República Dominicana cerró con júbilo el 2024, recibiendo al visitante número 11 millones.
La nación se consolidó como el destino turístico líder del Caribe, dejando atrás el mal recuerdo de las cifras post-pandemia. De esos 11 millones de visitantes, que según la OMT no califican todos como turistas (tema que abordamos en un post anterior), aproximadamente 2.4 millones llegaron por Puerto Plata, principalmente a través de cruceros. Ya que apenas unos 366,658 pasajeros arribaron por el Aeropuerto Internacional General Gregorio Luperón.
Con más de 2 millones de visitantes anuales, la dinámica económica del municipio de San Felipe de Puerto Plata gira en torno a la actividad turística, aunque no necesariamente a la hotelera. Esto se debe a que los miles de visitantes que arriban a los puertos de Amber Cove y Taino Bay no pernoctan en la ciudad. Esta situación no ha impedido al declive progresivo del sector hotelero de Puerto Plata, que ve en el proyecto de Punta Bergantín una posible tabla de salvación para el futuro cercano.
Amber Cove, primero, y Taino Bay, después, revitalizaron una poderosa maquinaria turística que estaba dormida. Puerto Plata cuenta con una diversidad de recursos naturales que se aprovechan para el desarrollo de excursiones, servicios de taxis y guías turísticos, decenas de tiendas de regalos, así como experiencias culturales y gastronómicas que enriquecen la visita. Estos elementos destacan el gran potencial de Puerto Plata como destino turístico.
Sin embargo, Puerto Plata enfrenta el desafío de resolver problemáticas clave en el corto, mediano y largo plazo, no solo pensando en sus visitantes, sino también en el bienestar de sus residentes. Entre los retos principales están:
Mejorar el manejo de los desechos sólidos, incluyendo la reubicación o adecuación del vertedero ubicado en la entrada de la ciudad.
Reducir el alto tránsito vehicular, que ya supera la capacidad de las calles y avenidas actuales.
Implementar un sistema de transporte público masivo y eficiente.
Optimizar el servicio de agua potable y desarrollar un sistema de drenaje pluvial que evite inundaciones futuras y la contaminación de las playas.
Restaurar y mantener los principales atractivos turísticos, como el teleférico, el malecón, la puntilla, el anfiteatro y el centro histórico.
Fomentar la integración de los municipios cercanos en la dinámica turística. Si Santiago puede recibir cruceristas, ¿por qué no Luperón o Guananico?
Regular adecuadamente la actividad turística, asegurando precios justos para los visitantes.
Diversificar la oferta turística complementaria con la participación activa de los actores locales.
Promover la formación técnica profesional, donde se integre el componente de cultura turística, para contar con un capital humano con las competencias que demandan los sectores productivos.
Desarrollar estrategias para impulsar el turismo comunitario, asegurando que los beneficios económicos lleguen directamente a las comunidades locales y fomenten su desarrollo social.
Es crucial que los 2 millones de visitantes anuales no sean un factor que lleven a Puerto Plata a morir de éxito, sino que sean el impulso para consolidar un turismo sostenible. Este debe enfocarse en el bienestar social, la generación de riquezas, y el cuidado y preservación de los recursos naturales y culturales.
Solo así, dentro de una década, evitaremos volver a hablar del deterioro y declive del destino Puerto Plata, celebrando en cambio un modelo turístico robusto y ejemplar.
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