En ocasiones la utilización frecuente y hasta abusiva de ciertos términos, algunas personas incluso consideran que se ponen de moda, tales como resiliencia, sororidad, zona de confort, empoderamiento, entre otros, hace pensar que quienes utilizan estas palabras son sujetos sofisticados y modernos. Sin embargo, términos como sostenible, sostenibilidad y sus variantes a Desarrollo Sostenible, Turismo Sostenible, si bien hoy se escuchan y se leen mucho más que antes, de este último su primera mención aparece en la Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro en 1992, hace casi 30 años. Por lo que parece que no es el término en sí que se vuelve popular, sino más bien, es el contexto social que le da la preponderancia del momento.
El mundo actual se encuentra en una etapa de transición post pandemia, se detuvo de manera brusca lo que se conoce como la Era del Antropoceno, marcada por un amplio avance tecnológico e industrial pero al mismo tiempo por el uso y abuso de la especie humana de los recursos disponibles, poniendo en riesgo incluso su vida misma en el planeta. La Organización de las Naciones Unidas impulsa los ODS 2030, mientras que República Dominicana cuenta con la END 2030, ambas estrategias definen objetivos y líneas de acción enfocadas en lograr en los territorios un desarrollo sostenible, definido como aquel que es capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades. Llevado al ámbito turístico, la OMT define al Turismo Sostenible como aquel que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, sean económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas. Para los tomadores de decisiones, el reto más difícil es poder lograr el equilibrio perfecto de este triángulo, Triple Bottom Line (social, económico y ambiental), que es lo que en verdad garantiza la sostenibilidad en el tiempo.
Durante y luego de la pandemia varios modelos de negocios se han tenido y se tendrán que repensar. El Turismo no es la excepción. La tendencia es cada vez mayor a un turismo de características responsables, se prevé un crecimiento exponencial de este una vez se regule la movilidad entre países. Los modelos turísticos tradicionales son impulsados por entidades externas que aprovechan los recursos locales, dejando poco beneficios en la comunidad receptora de los turistas, ya que la mayor parte de los beneficios se los llevan con ellos. Un modelo de desarrollo turístico sostenible por supuesto debe procurar la satisfacción del turista, pero al mismo tiempo la “felicidad” de los residentes locales de ese destino turístico. Dar importancia y participación a la comunidad en agregarle valor al destino, mediante el desarrollo de productos y servicios auténticos e innovadores, que no solo se compita por precio sino por sus características diferenciadoras y valores únicos ante los turistas. La participación de la comunidad local en la dinámica económica derivada por la actividad turística es lo que permite reinvertir los beneficios generados en el mismo territorio, evitando así la fuga de recursos económicos.
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