No solo lo creo, estoy seguro. La Novia del Atlántico sigue siendo
una señorita aún con todos los intentos de opacar sus atributos ante
otras jóvenes prometedoras que se han levantado en otras latitudes de la
Hispaniola y eso es así, porque Puerto Plata no tiene nada que
envidiar; es tan auténtica y tan original que para nada se compara con
otros destinos nacionales.
Por si alguien lo desconoce, Puerto Plata fue quien le abrió las
puertas de la República Dominicana al mundo para que vengan a contemplar
las maravillas de la naturaleza que despertaron las musas de Cristóbal
Colón y le arrancaron las expresiones más hermosas nacidas de labios
humanos, por el panorama que se abrió ante sus ojos al pisar tierras
hasta ese instante totalmente desconocidas.
Ayer como hoy, Isabel de Torres sigue mirando al océano Atlántico, la
“mar océana” que surcara el Almirante para realizar su hazaña de
instalar la primera colonia europea en América y paradójicamente,
todavía sigue uniendo la culta y vieja Europa con la arrogancia del
modernismo y la extravagancia de Norteamérica y tanto una como la otra
no pueden ocultar sus desvelos por venir a descubrir lo mismo que
deslumbrara al insigne marinero.
Ningún otro punto de la geografía nacional tiene una ciudad atrapada
entre tierra y mar, con una montaña cuyo piedemonte está en el océano,
con un puerto de plata, un aeropuerto y próximamente un puerto de
cruceros para recibir a los nuevos huéspedes. Su litoral es un rosario
de perlas, que comienza con el hogar de los manatíes de Estero Hondo,
las sirenas que con sus mamas y rostro poco amable que asombraron a Don
Cristóbal.
Hasta allí desciende el río que baja bonito, está el Guayacán de la
Primera Misa oficiada en América, junto a la Casa del Almirante y la
arqueología de “El Castillo”, la playa Brivala o entrada al orquidiario
natural más grande de Quisqueya, el Puerto de las Gracias de Luperón,
acolchado caprichosamente por la más hermosa alfombra de manglares del
Atlántico.
Cambiaso, Maimón y Cofresí le paran la respiración a cualquiera.
Costambar, Playa Dorada y Sosúa no se han mudado de lugar y Playa
Ensueño y Cabarete tuvieron que ser frenados por el Yásica para que
Puerto Plata no hiciese suya todas las riquezas naturales quisqueyanas.
Fuente:
http://hoy.com.do/consultorio-ecologico-282/
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