"Por órdenes superiores", de Segundo Imbert Brugal

Desde el ajusticiamiento del dictador Rafael Leonidas Trujillo, la bibliografía sobre su régimen no ha dejado de crecer. Dispar, va de la rigurosa investigación al anecdotario que pretende pasar por historia. Menos abundante es la literatura ficcional sobre el trujillismo, y su representación más emblemática fue escrita por un extranjero, la laureada “La fiesta del Chivo”, del premio nobel Mario Vargas Llosa.

Y quizá sea de lamentar. A diferencia de otras producciones intelectuales, la ficción es un viaje de introspección que, sin embargo, tiene reflejos caleidoscópicos. Como afirma Roland Bleiker, citado por Izadora Zubek en su ensayo “Abramos los ojos: la globalización y las políticas de la atención”, las fuentes estéticas no pueden darnos certezas, pero permiten abrazar múltiples posibilidades y tener múltiples miradas. Y lo hacen porque, al decir de la autora, restauran poéticamente los discursos ahogados por la esfera pública.
Esa literatura de ficción todavía insuficiente sobre la vida cotidiana bajo el trujillato es también un deber de memoria, no en homenaje a un pasado estático, sino para rescatar un plano de lo social alejado de la épica y de los actores singulares que opacan, cuando no destierran del todo, a los protagonistas innominados de todo cambio histórico.
En “Por órdenes superiores” (Editorial Santuario, 2014), Segundo Imbert Brugal se aboca al rescate de esa vida cotidiana castrada por el miedo y la domesticación que fue la dominicana hasta el 30 de mayo de 1961. Doce relatos, de calidad dispareja, sumergen al lector en una atmósfera de densidad en ocasiones asfixiante. Por ellos discurren las tragedias personales de gente simple que se negó a aceptar sin protesta su dilución en la ignominia.
Como lo revela el autor, los relatos amalgaman ficción y experiencias ajenas conocidas en una Puerto Plata que sirve de telón de fondo, de banda sonora, si se quiere, a la narración. En el penúltimo de los relatos, “El muchachito”, se adivinan pinceladas autobiográficas que anudan con mayor fuerza los hilos del tapiz.
Médico psiquiatra de prolongado y exitoso ejercicio, Segundo Imbert Brugal no logra sustraerse al uso de la terminología especializada, como en el relato “Un infarto en francés”, con el perjudicial efecto de romper el ritmo narrativo. En “La fiesta de quince años” hace uso de un lenguaje –el crudo de una antigua prostituta— que disuena respecto al resto, incluido “El cartón de Pura”cuya protagonista también ejerció el antiguo oficio.
Aunque “Por órdenes superiores” es de aparición tardía en la vida del autor, Segundo Imbert Brugal no se acerca por primera vez a la escritura. La ejerce y la ejercita desde hace más de treinta años en sus columnas de opinión publicadas en periódicos nacionales, el último de ellos el periódico Hoy. El dominio de la palabra que demuestra en sus artículos es el mismo que marca el conjunto de relatos que componen el libro. Diáfano, sin pretensiones, con una gran economía de metáforas que alejen al lector del acceso político y social en que hunde su escarpelo.
La última frase de “El cartón de Pura”, el quinto de los doce relatos, bien pudiera servir de colofón del deber de memoria cumplido por Segundo Imbert Brugal con este libro, pero debería ser también propósito social que salvaguarde nuestro futuro colectivo: “No me visita la nostalgia. Pero a veces, no te lo puedo negar, Divina, me agarran los recuerdos”.
Fuente: http://www.7dias.com.do/cultura/2015/04/06/i185730_por-ordenes-superiores-segundo-imbert-brugal-literatura-deber-memoria.html#.VSqMINyG8lA

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