La Isabela: un lugar olvidado

De frente a una bahía de agua azul turquesa y una marea tranquila, vive un pueblo con una historia única, pero una realidad social excluyente.
La Isabela, el primer enclave cristiano de las Américas, construido hace 521 años por los colonizadores españoles, en la costa noroccidental de la provincia Puerto Plata, hoy es un lugar olvidado por las autoridades competentes, de espalda al gobierno dominicano.
Lejos de su historia, de una “ciudad” que en su momento tuvo cierto desarrollo social y económico, La Isabela es un sitio prácticamente incomunicado, sin fuentes de empleo y donde los índices de pobreza limitan la calidad de vida de muchos de sus habitantes.
La bahía donde desemboca el río Bajabonico es el fondo de una comunidad de gente humilde, donde los niños, sin preocupación alguna, se pierden entre calles esperanzadas y casas donde se trabaja para subsistir día a día.
Pal’ El Castillo
Para llegar a El Castillo o La Isabela Histórica como le llaman al distrito los moradores del área colindante, hay dos entradas desde el municipio Villa Isabela. Por la primera, hay que vadear dos ríos: Unijica y Bajabonico.
Por la segunda, entrando por la sección Barrancón, solo hay que atravesar a Bajabonico.
El problema de las dos vías: carreteras prácticamente intransitables, y sin un puente para atravesar el cauce.
Desde antes de llegar al río Bajabonico, se confirma el porqué del clamor de los residentes en la comunidad: además de que no hay un puente para atravesar el río, la carretera no está pavimentada, y por las condiciones de deterioro, es difícil transitar. “El puente sobre el río Bajabonico se empezó a construir en los tiempos de Balaguer y aún no se ha terminado”, refiere Miguel Cordero, quien sirve de guía en el Parque Nacional Histórico y Arqueológico La Isabela.
Según Diamilde Peralta, Directora de la Escuela Natividad Dévora, da pena que por donde entró la “civilización a América” esté en esas condiciones. Ella hace referencia al estado de la carretera y al puente que está en construcción desde hace décadas. “Estamos olvidados”, añade.
Los moradores de la comunidad entienden que la construcción del puente podría ser una salida a la dinamización de su economía, pues siendo La Isabela un pueblo turístico, recibe muy pocos visitantes en comparación con otros sitios de Puerto Plata, a causa del deterioro del camino por donde es más corto el trayecto. 
EL CASTILLO:
También conocido como El Solar de las Américas, allí permanecen las ruinas de la ciudad que se levantó en tiempos de la colonización, y que hasta 1992 acogía en un extremo al pueblo de La Isabela; se declaró área protegida, y el poblado se movió a donde ahora está la comunidad. El Castillo es un nombre alusivo a la casa que supuestamente construyó Cristóbal Colón cuando erigió la villa.
Muchos de sus residentes nombran a este distrito municipal de Luperón como La Isabela Histórica, para diferenciarlo del municipio Villa Isabela, que pertenece directamente a la provincia Puerto Plata. Sin embargo, por su cercanía, es el área urbana que les sirve de abastecimiento a los isabelinos. Actualmente, La Isabela es un distrito municipal de Luperón, provincia Puerto Plata. 
La Isabela espera  y sobrevive
Por colindar con el mar, la Isabela es un poblado pesquero. No obstante, sus habitantes aclaran que de la pesca no se vive, pues cada día que los hombres navegan las aguas de Bahía La Isabela, es una aventura. De acuerdo a explicaciones de los lugareños, pescar es un trabajo que depende del buen tiempo y está sujeto a las temporadas altas del año.
Quienes no se dedican a la pesca, viven de la agricultura. La Isabela es conocida en la zona por sus grandes cosechas de maíz. La última siembra se perdió por la sequía extensiva en todo el territorio dominicano. A la fecha, los agricultores ni siquiera han hecho el intento de labrar sus parcelas, pues la sequía aún persiste.
Además de maíz, en La Isabela se siembra habichuela, ajíes y otros rubros en menor proporción.
En estas tierras, donde el sol arde y el cielo mayormente se ve despejado, hay gente que ha visto en la ganadería una opción para salir adelante. En terrenos de pequeñas fincas, las familias crían ganado del que obtienen su leche para vendérsela a otros sitios de la provincia. Sin embargo, subiendo a la Isabela, se puede notar que hasta los becerros han sufrido las secuelas de la sequedad, se pernotan mal alimentados, pues no hay hierbas para comer.
Otros se dedican a la artesanía, en un pueblo donde el turismo, dadas las circunstancias, es incierto.
“Aquí no hay de na’; la gente vive por obra de Dios”, comenta Jani, celadora del Templo Las Américas. Agrega que muchas de las mujeres se ganan un dinero limpiando casas y villas privadas de extranjeros que han visto en la Isabela un lugar para descansar o vivir el resto de sus vidas.
Los comunitarios coinciden en cifrar sus esperanzas de desarrollo en la construcción del puente que une a La Isabela con Villa Isabela, que es el trayecto más corto de acceso al poblado.
Luces en la Isabela
En la Isabela hay un Centro de Atención Primaria o Clínica Rural El Castillo. Entre médicos, enfermeras y conserje, en total suman 7 las personas que laboran en el dispensario que les brinda asistencia médica a cinco parajes, más los sectores de La Isabela Histórica.
Sus médicos de cabecera, Lina Marte y Niurka Solano, quienes llegaron al poblado hace unos años desde el Este, realizan una ardua labor. Tienen en marcha, con el auspicio del Ministerio de Salud, un programa de ayuda, casa por casa, a gente con padecimientos crónicos: diabéticos, hipertensos y epiléptico. Además, orientan a los comunitarios sobre las enfermedades de transmisión sexual. De igual forman, vacunan, dan seguimiento a las embarazadas y al desarrollo y crecimiento de los niños.
Al dispensario le hace falta un inversor y la edificación que  alberga a los pasantes que llegan a dar servicios a la clínica, necesita ser habilitada.
En el censo realizado en junio de 2014 por el centro asistencial, se calculó la población isabelina en mil 625 personas, excluyendo a los extranjeros. La mayoría vive en la pobreza.
Por otra parte, el Centro Educativo Natividad Dévora, tiene una matrícula de 100 niños y con aulas desde el nivel inicial hasta octavo grado. Por su buena gestión y el adecuado mantenimiento a la infraestructura, el centro de enseñanza ha sido reconocido por el Ministerio de Educación.
Diamilde Peralta, directora de la escuela, formó un grupo folclórico, en el que integra a sus estudiantes. Esto como salida al hecho de que en la comunidad no hay un centro de recreación. 
FALTAN OPCIONES DE DESARROLLO
Turismo
 Pese a que La Isabela tiene los escenarios ideales para convertirla en una zona turística, la realidad es que ha sido relegada, sin facilidades de crecimiento para sus habitantes.
Trabajo “Los jóvenes salen de la comunidad porque no hay oportunidades de trabajo”, enfatiza Diana Fernández, una estudiante universitaria.
Pobreza Al salir o entrar a La Isabela, las casas construidas en madera, con piso de tierra, constatan la pobreza y precariedad existentes en el área. Sus habitantes solo claman por el auxilio de las autoridades.
Tradiciones 
En medio de su realidad, del 3 al 12 de octubre de cada año, pareciera que, a los ciudadanos de la primera villa de América, se les olvidaran sus necesidades. Durante este lapso de tiempo, celebran sus fiestas patronales en conmemoración al encuentro que alguna vez se dio en esa planicie coralina. El 12 de octubre, cuando culminan las fiestas, ellos recuerdan el Día de la Hispanidad.
Fuente: http://listindiario.com/el-norte/2014/10/9/340845/La-Isabela-un-lugar-olvidado

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