Pretender considerar a los sectores productivos como entes aislados
de su entorno, sería cometer el primer error en procura de la desaparición de
dichos sectores. Cualquier industria debe verse en sí misma como un proceso
integral, el cual tiene inputs y outputs, afectando y viéndose afectada por
estas entradas y salidas, fruto de la interacción de los elementos que
convergen.
Los elementos externos en una industria
tienen vital importancia, ya que por lo regular se tiene poca influencia de
cambio en los mismos, estamos hablando de la economía, tecnología, aspectos
legales, factores políticos, elementos socio-culturales, etc.; se debe estar en
constante monitoreo-evaluación de los elementos antes mencionados e ir
adaptándose de acuerdo a cada situación; de ahí que una industria no es un ente
estático ni solitario, todo lo opuesto, es una entidad en constante cambio e
interactuando con su entorno, como cualquier camaleón, cambiando el color de su
piel para sobrevivir a la naturaleza empresarial de nuestros días.
Todo gerente deberá sortear de manera
adecuada la vorágine de su entorno y más teniendo en cuenta otros elementos
directos que inciden en las operaciones cotidianas de la organización. Los
proveedores, los clientes, barreras que permitan u obstaculizan la inserción de
nueva competencia a sus segmentos de mercado, así como productos/servicios
sustitutos, donde una inadecuada combinación de estos elementos amenazan de
manera directa la vigencia en el tiempo de cualquier empresa.
El reto es pues, ver más allá de lo
evidente, como un vigía en su mástil, divisando el horizonte, para llevar a
puerto seguro la empresa que estamos capitaneando, estando al pendiente de
estas amenazas y poder convertirlas en verdaderas oportunidades.
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